Yo, para todo viaje
-siempre sobre la madera de mi vagón tercera,
voy ligero de equipaje.
Si es de noche, porque no acostumbro a dormir yo,
y de día, por los arbolitos pasar,
yo nunca duermo en el tren.
Y sin embargo, voy bien,
!Este placer de alejarse!
Londres, Madrid, Ponferrada,
tan lindos… para marcharse.
Lo molesto es la llegada.
Luego el tren, al caminar, siempre nos hace soñar;
y casi, casi olvidamos el jamelgo que montamos.
!Oh el pollino que sabe bien el camino!
¿Donde estamos? ¿Donde nos bajamos?…
El tren camina y camina, y la maquina resuelta y
tose con tos ferina, ¡vamos en una centella!
(extracto)
A. Machado